Sunday, January 14, 2007

Entrevista exclusiva al Sacerdote que acompañó a muchos, en su momento final frente al Paredón.

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Notas del Editor: Interesantísima entrevista realizada en el Programa Magazine Cubano… donde se hace una entrevista exclusiva al Sacerdote que acompañó a muchos, en su momento final frente al Paredón.

Mas que todo esta entrevista, es una denuncia de la barbarie de los tribunales judiciales en Cuba.

Cuatro décadas después, el sistema judicial cubano aún se comporta como un clásico circo romano, sin garantias judiciales.

Esta entrevista además, nos lleva a la reflexión de que lo primero que hay que hacer en una Cuba liberada, es la total eliminación de la pena de muerte.

Justicia si, impunidad no, garantías de un verdadero Estado de Derecho si, venganza no.

La Cuba liberada, no puede comportarse jamás como la aberración que triunfó en el 1959, que tuvo como principal objetivo, sembrar el miedo y el terror. . No al terror de Estado, no a la siembra del miedo.

La aplicación de la pena de muerte, por cualquier nación, es una cobardía.

Quizás el Sacerdote entrevistado, a pesar de todo, nos haga entender mejor, cuando dice: La gran lección… ¿Y qué ganó la revolución? ¿Y qué gana nadie matando?¿para reparar qué? ¿Qué se gana con la muerte? ¿Volveremos a lo mismo? ¿Seguiremos matando?


Dr. Guillermo Toledo: Tenemos hoy una entrevista muy interesante, tenemos con nosotros a una persona que vivió en Cuba los fusilamientos en el 1959, en las mazmorras de la Prisión de la Cabaña, así que es un testimonio de primera mano, que tenemos para ustedes, muchas de las vivencias que les va a contar, van a ser terribles, chocantes para muchas personas, pero es el testimonio vivo de lo que pasó en realidad en la Cabaña en los primeros meses de la revolución castrista, es además una persona que fue Sacerdote y acompañó a muchos de los que iban a ser fusilados a darle la ayuda espiritual que necesitaban, para pasar por ese proceso tan doloroso.

Doctor Cotto: Toledo antes de continuar... es bien interesante el tema que tenemos hoy y la persona invitada porque participó en el sentido, que estuvo en el momento donde comenzaron lo que aquí hoy en día esta en boga que se esta hablando en esta misma semana en Puerto Rico, la Pena Capital o la Pena de Muerte, que es el mecanismo que se utilizó allá en Cuba, para acabar con la oposición, sin embargo tenemos personas que no estamos de acuerdo con la pena de muerte bajo ningún motivo , no es un tema como para abrazarlo desde el punto de vista yo diría ni político, como psiquiatra que soy, como cristiano que soy, no estamos de acuerdo que ningún organismo ningún gobierno ni ninguna institución, tiene la autoridad de poder determinar como y en que forma se ejecuta la vida de un ser humano.

Dr. Guillermo Toledo: Bien, el entrevistado de esta noche por primera vez en todos estos años ha mantenido silencio sobre lo que pasó en esa época, tan triste para el pueblo de Cuba… y ha escrito un libro que se llama , Cuba 1959: La Galera de la Muerte.

Acaba de llegar a Puerto Rico a través de la Revista Cartas de Cuba, aquí tenemos al Señor Melero para que nos explique que va a pasar con este libro.

Señor Melero: Un saludo a toda la audiencia. Efectivamente hemos traído este libro que por un lado es el relato sensible, creíble de un Sacerdote, es el relato del terror y de la muerte y quisiera hacer una aclaración, porque los fusilamientos no empezaron en la Cabaña, sino en la propia Sierra Maestra, yo recuerdo que uno de los primeros fusilados fue un campesino que no recuerdo su nombre, se fusiló a Autilio Guerra que era un verdadero Líder en la Sierra Maestra, después se fusiló a Evaristo Benereo y se fusilaron a muchas personas y muchas personas.

Pero quiero advertir también, porque ahora veo algunas campañas, donde se le están echando muchos muertos arriba a Ernesto Che Guevara que es verdad que mandó a fusilar a muchos y se lo están quitando de arriba a Raúl Castro.

Los que conocemos la verdad debemos de decirlo, por ejemplo hace poco leí un articulo, donde se decía que Ernesto Che Guevara había mandado a fusilar a Autilio Guerra y esto no es cierto, cuando se fusiló a Autilio Guerra, el que organizó el fusilamiento y el que dio el tiro de gracia fue Raúl Castro… no fue Ernesto Che Guevara.

No estoy defendiendo a Ernesto Che Guevara, porque yo no creo que exista diferencia entre un asesino y otro asesino, tan asesino es Fidel Castro, como Raúl Castro, como fue el Che, como fueron muchos de ellos.

Lic. Enrique: Melero quisiera preguntarle ¿Estos actos de los que usted habla de Raúl Castro, hay forma de comprobar esto, esta escrito?

Señor Melero: Claro que si, la historia por ejemplo de la muerte de Autilio Guerra, se ha escrito muchísimo sobre eso, porque tanto la muerte de Autilio Guerra como la muerte de Evaristo Benereo causaron inclusive, un problema tremendo en la Sierra Maestra, por ejemplo el escritor Lucas Moran que fue testigo y que defendió a Autilio Guerra, escritor que murió en el exilio y que despidió el duelo en el funeral de Frank País.

Yo les digo, la muerte por fusilamiento es una cosa terrible, pero también y les digo soy cristiano y las atrocidades que se cometieron tanto de un lado como del otro, fueron bárbaras.

Yo tuve primos que murieron inocentemente, que fueron asesinados por el ejercito de Batista, mi Padre fue apaleado y secuestrado y tuve que pagar rescate por mi Padre, lo que nos obligó a luchar dentro de las filas de la revolución, sabiendo, porque nosotros si sabíamos desde el principio quiénes era los Castros, yo conocía a Ángel Castro, a la madre y sabíamos que clase de gente eran, lo que sucedió es que la otra gente…

Dr. Guillermo Toledo: Es bueno que tú hayas aclarado el punto de que muchos asesinatos fueron por el Che Guevara pero que Raúl Castro que esta ahora mismo provisionalmente en el poder, es responsable de muchos crímenes.

Sabemos que cuando triunfó la revolución mató a más de 70 personas en el Valle de San Juan sin juicio ninguno…se abrieron las fosas aquellas y los fusilaba al lado de la fosa para que cayeran en la fosa.

Señor Melero: Si señor, eso es correcto, se abrió la fosa con un tractor, se fusiló… y la gente propiamente le decía a Raúl:

Pero Raúl esa gente no esta metido en nada, esa gente son inocentes, pero Raúl quería sangre, quería el terror.

Dr. Guillermo Toledo: Nosotros vamos ahora a oír ahora el testimonio del que fuera entonces Sacerdote, que le dio el último adiós espiritual y consoló a muchos, 55 personas de los tantos y tantos más que fueron fusilados en la Cabaña.

Cuando leí el libro, me di cuenta de la crueldad de los seres humanos, me di cuenta que este señor Fidel Castro... vino de la Sierra Maestra, prometiendo no solo la democracia al pueblo cubano sino que iba a haber justicia, pero me di cuenta que no hubo justicia… sino venganza, leyendo el libro del entonces Sacerdote Javier Arsuaga, que lo tenemos aquí presente y le damos la bienvenida.

Muy Buenas noche Don Javier Arsuaga.

Don Javier Arsuaga: Muy buenas noches a ustedes y muy buenas noches a todos los radio escuchas.

Dr. Guillermo Toledo: Don Javier, vamos parte por parte, me conmocionó mucho este libro, ya yo sabía de todas estas cosas, pero jamás había leído un testimonio tan directo como el suyo, la primera vez que leo el testimonio directo de una persona que vivió y tuvo las vivencias dentro de la cárcel, que vivió con esos seres humanos... porque eran seres humanos y muchos de ellos eran inocentes y fueron al paredón de fusilamiento siendo inocente, el caso de José Castaño me conmovió mucho.

Pero antes de entrar de lleno a la Cabaña nos dijera de donde es usted y que nos cuente de usted.

Don Javier Arsuaga: Soy Vasco, nacido en el país Vasco. Haciendo la historia lo más breve posible... a los 10 años, no recuerdo, si por vocación mía o de mi madre…fui al Seminario, a los 23 años después de 13 años de estudio, en marzo del 1952, fui ordenado Sacerdote y un mes mas tarde fui destinado ya para Cuba.

Salí para Cuba en Octubre del 1952, a finales de Octubre ya estaba en la Habana. Y estuve en Cuba hasta junio de 1960. Los cuatros primeros años los hice como profesor en Santiago de las Vegas, en el Seminario Franciscano. En el 1956, se me destinó como Párroco a Casablanca un barrio marino al otro lado de la bahía de la Habana.

Dentro de Casablanca queda el campamento de la Cabaña. Para hablar de la Cabaña, hay que distinguir la Cabaña del Morro, la Cabaña como fortaleza y la Cabaña como campamento grande… porque siempre que se habla de la Cabaña y todos entendemos que es aquel lado de la bahía, que esta después del monumento del sagrado corazón de Jesús.

Pues estuve tres años y picos de Párroco en Casablanca y los últimos 6 meses, osea los 6 primeros meses de 1959 tuve que asistir a presos, gente del ejército y de la policía de Batista que iba cayendo detenida e iba siendo conducida a la cárcel de la Cabaña.

Se organizaron allí los tribunales de justicia, Ernesto Che Guevara era el que mandaba en la Cabaña, era el Comandante de la Cabaña.

Se abrió el paredón a principio de febrero de 1959.

Estuve 6 meses en esos menesteres y un año más asistiendo en Cuba a la Juventud Masculina de Acción Católica, en calidad de consejero nacional y luego de eso tuve que salir para España porque mi familia me avisó que el viejo mío estaba muriendo.

Regresé a España con permiso de poder nuevamente ir a la Cabaña. Pero estando en España me dijeron que no podía regresar a la Habana y ahí acabó mi presencia física o mi contacto físico con Cuba. Nunca más regresé.

Estando en España ya sin poder regresar a Cuba me enrolé en los misioneros que en aquel momento estaban trabajando en Antioquia Medellín Colombia y desde el 61 hasta el 68 estuve en el equipo misionero para América. Los primeros años como simple misionero y los 3 últimos como director del Equipo. Cuando el equipo dejó de trabajar en Colombia, Ecuador, Perú y todo centro América… pues me retiré a España un año y después vine a Puerto Rico como Sacerdote en 1969.

Ya tenía una historia pasada, muchas tristezas y penas que llorar y la necesidad de tener que romper con parte de la vida y la historia para tomar un nuevo rumbo, lo hice porque ya no podía seguir y lo hice como debe hacerse creo, pedí a Roma la dispensa de mis votos, me dieron la autorización para casarme y me casé con una puertorriqueña, tengo con ella 3 hijos.

Dr. Guillermo Toledo: Tiene que haber sido muy difícil para usted, cargar el peso todos años de 55 hombres que usted acompañó al paredón de fusilamiento.

Don Javier Arsuaga: Y a veces también los llevé en mi propio carro al pelotón de fusilamiento.

Dr. Guillermo Toledo: Yo voy a referirme a algunos casos de su libro y nos gustaría por ejemplo que nos narrara el caso de Jesús Sosa Blanco. Sé que es muy difícil para usted.

Don Javier Arsuaga: En el 1959 siendo yo Párroco, triunfa la Revolución, inmediatamente me di cuenta de que como Párroco de Casablanca, me iba a tocar jugar un papel muy doloroso en la Cabaña, porque ya desde entonces se estaba hablando de que la Cabaña iba a ser el centro de detección, de enjuiciamiento y de fusilamiento.

Me lo eché arriba porque no me quedaba más remedio, pero lo tuve que asumir porque era el único Párroco allí, además con muy graves problemas personales, de fe, en la vocación, que cuestionaba ya en aquella época y naturalmente el que cuestiona su propia vocación, su propio quehacer sacerdotal en un momento dado pues que le digan:

- Ahora tienes que ir a la Cabaña y tienes que asistir a los condenados a muerte y ahora tienes que ser tu el que le ponga luz verde para la otra vida.

Doctor Cotto: No entiendo lo de asignarle esas funciones.

Don Javier Arsuaga: Bueno esa función me caía automáticamente por ser Párroco de la jurisdicción de la Cabaña. Yo había pedido en los tiempos de Batista bastantes veces al que era cuñado de Batista, el Comandante de la Cabaña Fernández Miranda, le había pedido que me dejara pasar a ver a los presos y el me decía:

- No aquí no hay preso… yo le decía:

- Sus soldados me han dicho que aquí hay presos y el me decía: No usted esta equivocado, usted ha entendido mal.

Nunca pude ver en tiempos de Batista a ningún preso antibatistiano en la Cabaña.

Luego se vira la tortilla y el 6 de enero ya el Che Guevara era el Comandante de la Cabaña, pues me presenté a hablar con el Che Guevara y le dije:

- Aquí vengo Comandante para pedirle un favor, que me deje seguir diciendo la Misa para la tropa y que me deje asistir en la prisión a los detenidos.

El Che Guevara me contesta: - No, lo primero no, aquí ya se acabaron esas cosas. Averígüeme quién tiene la llave de la Capilla esa de Santa Bárbara y se la daré, día y noche a la hora que quiera para lo que usted quiera, eso es suyo, trabajo le vamos a dar y mucho.

Efectivamente así mismo fue, tuve mucho trabajo.

De manera que comencé a asistir en la prisión a toda aquella gente atiborrada como sardinas en lata, muchos mas prisioneros que la capacidad real de la Cabaña.

Dr. Guillermo Toledo: ¿Cuantos prisioneros habían allí en aquel momento?

Don Javier Arsuaga: Como 800 o 900 personas, para unas facilidades que no tenía más que para unos 300 catres en las galeras.

Dr. Guillermo Toledo: ¿Como dormían esas personas?

Don Javier Arsuaga: Muchas veces me lo pregunté, si hacían turnos o dormían encima unos de otros, efectivamente era un espacio muy reducido para tantas personas.

Solía visitarle y ellos sabían... que yo no era santo de su devoción en el sentido que yo no estaba de acuerdo con las ideas de Batista y me veían como uno del otro lado. Y sin embargo poco a poco fue introduciéndome entre ellos.

A Jesús Sosa Blanco, no lo conocí hasta la mañana del día en que sería juzgado en el Palacio de los Deportes (actual ciudad deportiva), en realidad estaba ya condenado por Fidel Castro.

En realidad Fidel Castro lo había condenado a el, a Pedro Morejón y a Luisi Cardo Grau, desde el primer discurso allá en Santiago de Cuba cuando dijo:

- A esos tres vamos a fusilarlos.

Pero hizo el paripé del juicio. Bueno esa mañana yo sabía que en la tarde sería el juicio el jefe de auditoria me lo había dicho… y caminando entre los presos me tope con Sosa Blanco, estaba en aquel momento no se si repitiendo o diciendo por primera vez que sería llevado como los cristianos a las fieras en el circo romano.

Le dije: - Esta tarde estaré allí contigo en el juicio.

Ese fue mi primer encuentro con Sosa Blanco

Dr. Guillermo Toledo: Vamos a hablar entonces un poco de ese juicio, porque yo siendo un niño lo vi por la televisión y usted estaba presente allí. Yo vi muchas cosas allí siendo un niño, las humillaciones, las injusticias que se estaba cometiendo con ese hombre públicamente. Tantos años después en el libro en que Ramonet, que ahora le hace la entrevista a Fidel Castro, este reconoce que ese juicio había sido un error, no dijo que fue un error de el, sino un error de la revolución, el fue el que mando a hacer ese juicio publico a Sosa Blanco.

Fidel castro quedó muy mal parado en ese juicio, porque Sosa Blanco dijo:

- Esto es un circo romano, aquí me están juzgando en un circo romano. Si, yo maté personas… pero los maté en combate, porque me estaban tirando y yo tiraba también, nos estábamos matando mutualmente.

Don Javier Arsuaga: Así sucedió en realidad, el dijo esas frases allí. Para mi lo mas impresionante de ese juicio era el saber… que iban a juzgar a tres condenados.

Y lo más impresionante fue, que llevaron un grupo grande de testigos, para que dijeran todo lo que ellos habían visto una noche del 12 de octubre del 1957 en que Sosa Blanco recién llegado a la Sierra Maestra es emboscado por los guerrilleros de la Sierra Maestra y naturalmente se defiende.

Algunos guajiros de aquellos testigos fueron llevados a la Cabaña, para que preparan su testimonio, era realmente dramático verles los días antes del juicio, como les dictaban las frases que tenían que repetir.

Pero se toparon en el juicio con un abogado Dacosta que en realidad les viró la tortilla, porque comenzó a preguntarle a esos guajiritos en un lenguaje que ellos no entendían, en una interlocución que ellos no podían conseguir…

Dr. Guillermo Toledo: También usted dice en su libro que en ese momento es que el abogado Dacosta entra por primera vez en contacto con esos testigos… precisamente en el juicio.

Don Javier Arsuaga: Si así es, es correcto. Dacosta comenzaba a interrogar a esos guajiritos… el les gritaba… diga, repita, alto, claro…. Y los fiscales se ponían nerviosos… los guajiros se ponían nerviosos, se asustaban no sabían que decir ni que hacer.

Aquello fue un espectáculo tristísimo, el ver como estaban siendo preparados para el juicio, pero cogidos en la trampa porque no estaban preparados realmente para enfrentarse a un abogado con su verborrea.

El juicio cuando llegó a ese momento antes que se pusieran de pie Pedro Morejón y Luisi Cardo Grau se detuvo por una llamada de afuera de Fidel Castro… que estaba viendo el Show junto con Raúl Castro, Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos y el Show no iba nada nadie bien.

Entonces se suspendió el juicio y me llamaron para ir a la Cabaña esa noche. pregunté: - ¿hay fusilamiento?

Me contestaron que no sabían.

Llegaron los tres condenados a muerte sin terminar de ser juzgados y esa noche se estrenó la galera de la muerte.

Me encontré con Sosa Blanco…. No nos dijimos ni una palabra… el se hecho en mis brazos sin decir palabras y al rato me dijo: - Padre vamos a rezar….

Le dije: - Ve despacio, ten calma, yo voy delante y tú vas repitiendo conmigo.

Íbamos repitiendo el Padre nuestro que estas en los cielos…, tres veces hasta que comenzó a entrar por la puerta de la galera de la muerte a la primera luz del día.

Yo no se lo que pasó en el y en mi, que desde aquel día, desde aquel momento en la galera de muerte… más que muerte se respiraba vida.

Yo no… yo no se explicar... no se explicar… después se dieron otros casos, el de Pedro Morejón fue trágico… muy trágico… tremendo.

Yo no quería tener mucha relación con los presos, por mis problemas personales de credo, por mis dudas tremendas, yo no quería confesarles… a mi no me interesaba.

Les decía: - No me interesa lo que ustedes hayan hecho si quieren confesarse, les traeré a otro Sacerdote.

Y efectivamente llevé al Padre Antonio Melo, un Sacerdote Franciscano, ya mayor, que iba todos los días mañana y tarde a atender a los moribundos al Hospital Calixto García. Y el fue el que confesó, los absorbía a todos.

Entonces comenzó a respirarse allí un ambiente de espiritualidad, todas las noches rezábamos el rosario, un rosario lento, comentado.

Algo se produjo yo no se que… para mi muy doloroso, porque yo tenia ese problema personal mío y decía, pero como es posible si en algún momento una persona de fe… un Sacerdote, tiene que ser autentico y entero en su fe… es cuando se enfrenta a la muerte ajena… a quien le haya tocado asistir un ser humano que va la pena de muerte.

Señor Melero: Una aclaración, en aquel momento se dijo que muchos de las muertes que se le achacaban a Sosa Blanco… no había sido cometidos por Sosa Blanco sino por un Capitán que se llamaba Melo Sosa… y otra cosa que deseo aclarar…. En Cuba el único que puede decidir sobre la muerte de cualquier persona es Fidel Castro.

Dr. Guillermo Toledo: Quiero leer pasajes del libro de Don Javier Arsuaga, refiriéndome al caso de Sosa Blanco, que tenía una esposa que se llamaba Amelia, dos hijas y me dijo usted que una de sus hijas tenía 14 años y otra mucho menor.

El en libro usted plantea: La presencia todas las tarde de Amelia y sus hijas le puso una nota de luz y de dulzura… emocionante ver a Sosa Blanco pasar sus manos ásperas tras las rejas… para acaricias las caritas de ¨mis niñas¨, como les decía Sosa Blanco.

Sorprendí sin quererlo una conversación de Sosa Blanco con Amelia donde le decía:

- Amelia quiero que me hagas un favor ¿recuerdas el par de zapatos que me compré para año nuevo y nunca llegue a estrenar? quiero que me los traigas, pero sin que las niñas se den cuenta.

Amelia le dijo: - Pero para qué lo quieres si nunca te he visto aquí con zapatos. Dijo el: - Para la noche que me vayan a fusilar.

Y mas adelante, después vamos a hablar de lo de los zapatos de Sosa Blanco y vamos a hablar de lo que el dijo en el paredón de fusilamiento… que nadie lo sabe y usted lo va a contar.

Mas adelante usted en el libro plantea:

La esposa de Sosa Blanco me pidió hablar a solas conmigo.

Me dijo: - Ya sé que les ha dicho que no quiere saber por qué están aquí, me imagino cuales son sus razones y las respeto… pero yo si quiero que sepa, que mi marido no es el monstruo que dicen por ahí que es.

Me contó que su esposo, apenas estuvo una semana en la Sierra y el primer día que llegó fue emboscado por los rebeldes y perdió varios de sus hombres, al perseguir a los rebeldes pudieron cometerse exceso en la aldea donde se escondieron los rebeldes con ayuda de los campesinos, nada que no sea normal en una situación así.

A los dos días fue retirado de la Sierra y destinado a San Luis, Pinar del Río en el otro extremo de la isla. Dígame si tuvo tiempo para cometer las atrocidades que se le atribuyen, necesitaron crear demonios y la mala fama de un tal Melo Sosa fue trasladada a las espaldas de mi esposo, quiero que me crea, le pido que me crea.

Le creí, sinceramente le creí.

Don Javier Arsuaga: Los famosos zapatos, eran unos zapatos enormes porque Sosa Blanco tenía unos pies de gigantes. El día en que iba a ser fusilado… pidió que lo dejaran bañarse y ponerse ropa interior limpia y sus zapatos.

Fuimos al paredón y me dice:

- Padre quiero pedirle un favor, cuando me hayan fusilado quiero que me quite los zapatos y mañana los va a regalar en Casablanca o en la Habana a cualquier pordiosero que los necesite. No le diga a quien pertenecieron los zapatos, porque tal vez no los quisieran usar, si saben que son de Sosa Blanco.

Efectivamente cuando fue fusilado les quité los zapatos, los llevé conmigo y a la mañana siguiente encontré en la Habana a quien regalarle los zapatos.

Sosa Blanco y sus zapatos siguieron paseando por las calles de la Habana, burlándose como un duende, burlándose de Fidel Castro y su gente.

Dr. Guillermo Toledo: Vamos a hablar ahora del caso de Pedro Morejón ¿Qué pasó con Pedro Morejón que es uno de los militares, Coronel del Ejército de Batista?

Don Javier Arsuaga: Pedro Morejón, no sé que destino tenia como jefe militar incluso no recuerdo que hechos se le atribuyan, el juicio se ventiló en el otro campamento, al otro lado de la Habana, el Campamento Columbia, una mañana en un par de horas se despacho aquel juicio y Pedro Morejón fue condenado a muerte.

El día que se efectuó el juicio, que fue el primer fusilado, porque todo los juicios antes del fusilamiento tenían la apariencia de una revisión para ver si efectivamente valía la pena llevarlos al paredón… Lo condenaron a muerte aquella noche.

El jefe de auditoria, Miguel Ángel Duque Estrada me llamó y me dice:

- Esta noche lo van a fusilar… le digo:

- Me imagino que le habrán dicho..., y me dice el:

- No... No… precisamente lo llamaba para ver si nos hace el favor… le dije:

- ¿Como?

Me dice: - Si para ver si habla con el.

Le dije: - ¿Pero que es esto? Yo no lo condené… yo no tengo nada que ver con eso.

Fui a la Cabaña y vi a Pedro Morejón y no era la encomienda mía decirle que lo iban a fusilar

Le pregunté a Miguel Ángel Duque Estrada: - ¿Sabe ya?

Me dice: - No, no sabe.

Y le dije:

- ¡Pero qué carajo es esto!… ¿qué van a hacer con este hombre? ¿Van a llevarlo al paredón y todavía no sabe nada?

Fui a la galera de la muerte y se lo dije… le dije:

- Pedro te van a fusilar hoy, te lo estoy comunicando yo.

Hablamos un rato y le dije:

- Si tu quieres estaré contigo hasta que llegue el momento, sino... si quiere estar solo, preparar una carta... lo que tu quieras.

Me dijo: - Padre me gustaría que me dejara solo.

Le dije: - Tengo que ir a la Parroquia de Casablanca a una función religiosa, era un jueves…vendré luego.

Al salir de la galera de la muerte, siento un alboroto tremendo, música y unas muchachas…era un Comandante de la lucha contra Batista, borracho, rodeado de mujeres, cuando yo me doy cuenta de aquello:

Grité: - ¡Pero qué es esto, ustedes no saben donde se encuentran!

En ese momento siento unos gritos:

- Padre, Padre…Padre

Salí corriendo, Pedro Morejón, había intentando suicidarse, estaba en la misma celda con Luís Ricardo Grau.

Le dije a Luis: - aguántalo y le quite la sabana y volvió en si.

Lo primero que dijo fue: - ¿Por qué me han hecho esto?

Le dije:

- Coño dime tú… ¿por qué has hecho esto? No te das cuenta de lo que significa no enfrentarte con la muerte, la muerte para los otros muy bien y para ti no… qué van a pensar todos los que están en el Patio ¿que eres un cobarde?… no… el hombre no crece suicidándose, el hombre crece muriendo de pie en donde sea.. delante de un pelotón, donde sea.

Le pedí perdón por mis duras palabras, hablamos, hablamos, cuando llegó la hora ya a las 12 de la noche, se iba a estrenar el paredón y para desgracia de todos el paredón que eligieron, fue en la fosa misma a la que daban a las paredes de la prisión, de manera que los tiros y el estruendo repercutiera, para que los demás presos lo oyeran.

El me pidió: - Padre quiero que este cerca de mi...

Le dije: - Estaré cerca de ti.

Cuando llegó la hora frente al paredón, me preguntó: - Padre cuán cerca estará de mí.

Le dije: - Aquí, mira aquí – saqué una cruz y la puse en alto- mira aquí la cruz, como si estuviéramos tú y yo solos con la cruz en alto.

Oí al jefe del pelotón gritando: - ¡Pelotón atención, preparen, apunten, fuego!

Cuando Pedro Morejón cayó al piso, yo aún seguía con la cruz en alto. Fue el primer fusilado

Le dije al Comandante testigo principal de la ejecución, Víctor Bordón Machado le dije:

- ¿A quién se le ocurrió fusilarlo delante de todos? ¿no saben que los demás compañeros ahí, lo han oído? yo voy a pasar toda la noche con ellos… ¿quiere acompañarme?

Me dijo: - No no…

Le dije: - Comprendo que no quiera estar allí conmigo.

Estuve toda la noche con ellos… ya no hubo más fusilamiento allá, porque les dije… si me quieren a mi aquí, llévenlos lejos de la prisión… yo no vuelvo a estar presente en un fusilamiento aquí frente a las ventanas de la prisión.

Efectivamente lo llevaron lejos de las ventanas de la prisión.

Dr. Guillermo Toledo: El caso Luís Ricardo Grau que estaba muy enfermo.

Don Javier Arsuaga: Si estaba muy enfermo, yo no sé la enfermedad que tenia, pero estaba muy enfermo sin embargo con una entereza, era educado en un colegio católico y el, se enfrentó a la muerte tratando de revivir y crecer en la fe en que había sido educado….

Y en realidad la noche que iba a ser fusilado junto con otros 6 compañero, me dieron la posibilidad de decir quien iba a ser el primero… el segundo así… yo lo elegías dependiendo de quien tenia mejor preparación.

Le digo a Luís Ricardo Grau:

- Me vas a perdonar pero te dejaré para lo último y mientras tanto ve comunicando tu fe y tu fortaleza a los demás.

Todos morían con una entereza tremenda… y cuando le llegó el turno a Luís Ricardo Grau... aún lo veo, aún veo la estampa, no lo puedo olvidar, la estoy viendo:

Oí el… - ¡Pelotón atención, preparen, apunten, fuego!

A la palabra fuego, en todos los casos todos se desplomaban, Luís Ricardo Grau que era tan delgado, tan frágil, seguía de pie… le dispararon el tiro de gracia y solo entonces se desplomó.

Yo no vi, si le habían atravesado 6 balas o no… pero sin balas o no era para estar muerto, estaba muerto y de pie.

Lic. Pino: Padre usted que vivió los fusilamientos allí, que llovían a granel, la muerte de esas personas ¿era inmediata?

Dr. Guillermo Toledo: Voy a leer un párrafo del libro de Don Javier Arsuaga que quizás conteste esta pregunta y es de un impacto tremendo:

No recuerdo su nombre era un Sargento de la Policía, de cuerpo robusto de poco hablar, llegaba al paredón junto con otros 4 compañeros coacusados de los hechos de Humbolt 7 en donde perdió la vida Juan Carlos Carbo Servia.

Como lo veía el mas fuerte y el de ánimo mas sereno, le dije que sus 4 compañeros serían fusilados primeros que el. así fue que dispuse como otras noches el orden según los vieras, mejor o peor apertrechado para ese momento.

Desde la posición en que estábamos, los otros no podían ver nada, pero si oían las voces de mando que ordenaban hacer fuego, era horrible, pero era inevitable.

El Capitán Alfonso era el jefe del piquete esa noche, como a todos le dije al condenado que nos tomaríamos los minutos que nos parecieran para charlar, fumar, rezar lo que el quisiera.

Conversamos unos minutos y procedimos a hacer los ritos de despedida, el beso a la imagen de Cristo en su cruz, el abrazo, el que dios te acompañe. Me hice a un lado.

El Capitán Alfonso dio la orden, se desplomó el cuerpo, nos acercamos, no estaba muerto, el moribundo seguía gimiendo y gritando:

- Padre, Padre…

Visiblemente asustado el Capitán Alfonso, no procedía a aplicarle el tiro de gracia, me agite y con señas le apremie que hiciera lo que tenia que hacer.

Sin inclinarse hacia el moribundo, quien sabe si con los ojos cerrados, disparó y no se sabe adonde fue a parar la bala, el moribundo seguía gritando: - Padre, Padre…

Se agolparon alrededor del moribundo Duque Estrada y otros Oficiales mientras el moribundo seguía gritando: - Padre, Padre…

Le dije a Duque Estrada:

- Ya se cumplió la pena de fusilamiento, ya se cumplió la sentencia… llévenlo a un hospital.

Duque Estrada respondió: - No, el fue condenado a morir y tiene que morir aquí.

El Capitán Alfonso disparó otro tiro de gracia, otra bala perdida y seguían los gritos del moribundo: - Padre, Padre.

Agarré a Alfonso por la muñeca y acerqué lo que mas pude la mano a la cabeza del moribundo… le grite:

- Dispara ya… dispara ya.

Disparó y el moribundo estremeció su cuerpo, con la respiración entrecortada, temblando le di la extremaunción y le dije: Descansa en Paz.

Me retiré sin despedirme de nadie.

El Padre Estanislao Sedupe que se quedaba dormido todas las noches, con un libro en las manos, lo desperté: - Quiero confesarme, he matado un hombre.

Me preguntó: - ¿Qué has dicho?

Le costó mucho trabajo tranquilizarme, lo logró muy a media, subí a la azotea del Convento a llorar.

Lic. Pino: Terrible testimonio.

Dr. Guillermo Toledo: Padre yo no sé si usted desea comentar este hecho que a mi me estremeció.

Don Javier Arsuaga: Yo creo que hice lo que debía diciéndole a Duque Estrada que lo llevaran a un hospital, pero no, no fue condenado a la pena de fusilamiento, fue condenado a morir y entonces sabía yo lo que iba a seguir... más sufrimiento para el moribundo.

Dr. Guillermo Toledo: Hay un señor del que usted habla en su libro, un norteamericano Herman Mart.

Don Javier Arsuaga: Bueno Herman Mart había estado con Fidel Castro en la Sierra Maestra, era un matón, uno de esos de armas enfermas, asesino nato, que había sido condenado en Estados Unidos y que había escapado de la Justicia.

El al parecer ligaba muy bien las palabras revolución y muerte, revolución y sangre.

En la Cabaña cayó en su ambiente, porque en realidad por ejemplo al Capitán Alfonso le era difícil dirigir al Pelotón.

Pero llegó este americano y decía:

- ¡Encantado como no, a matar gente!

El día en que debía morir a Luís Ricardo Grau me gritó contento:

- ¡Padre, Padre, hoy tenemos 7!

Como si me estuviera invitando a un banquete. Era horrible, a uno le da vergüenza tener que haber tratado a gente así.

Lic. Pino: Esa es la Revolución humanista de Fidel Castro.

Ing. Abascal: Padre, yo le voy a hacer un comentario de una anécdota de un Sacerdote que se llama Becha Berbe.

Mi padre era uno de los principales lideres de la resistencia cívica en Santiago de Cuba, en mi casa estuvo escondida dos veces la perra de Vilma Espin, posiblemente mi Padre le salvó la vida.

El día en que Raúl hace todos aquellos fusilamientos en el Valle de San Juan, en el que manda a matar a más de 70 personas, ese día al amanecer el Padre Becha Berbe se encontraba en el corredor de mi casa, sentado en un sillón.

Mi madre se asustó mucho y fue a verlo y le dijo:

- Padre que le ha pasado, ¿que hace aquí?

El Padre Becha Berbe que era de piel morena, era árabe, pero estaba blanco como el papel, mi madre le decía:

- ¿Padre que le ha pasa?.

El Padre Becha Berbe le contestó:

- No puedo violar los secretos de confesión, pero están fusilando inocentes.

Usted sabe Padre, que nadie va a decir una mentira en confesión antes de morir.

Don Javier Arsuaga: Yo en realidad no confesé a nadie y no lo hice precisamente por esa razón, por saber la verdad.

Unas de las Biografías de Ernesto Che Guevara y cuando habla de el Che Guevara dice: El capellán Javier Arsuaga que confesaba a los prisioneros, dijo esto y dijo lo otro, diciendo como que yo estaba revelando secretos de confección y yo me libré de eso desde el primer momento, no confesé a nadie. Por lo que no pude revelar secretos de confesión

Dr. Guillermo Toledo: Veamos este caso Padre, de este niño, de este muchacho, que usted escribe en su libro:

Ariel Lima fue condenado a muerte, lo mantuvieron como una semana en la galera de la muerte, apenas hablaba, vivía enajenado, vacio de si mismo, perdida la mirada, como ausente de lo que le estaba pasando, los demás prisioneros lo veían tan niño, tan solo, tan necesitado, le prometí que hablaría con Ernesto Che Guevara e intercedería por el.

Fui a hablar con Ernesto Che Guevara y el me dijo que eso lo decidía el Tribunal de Apelaciones quien decidía eso y me preguntó por qué debía anular la sentencia.

Le dije:

- Por dos razones, una por sentimiento humano por sus solo 16 años, la segunda por sagacidad política, porque al otro día de la muerte de este niño, la prensa mundial, en Estados Unidos, América Latina y Europa hablaría de que la revolución cubana carecía de sentimientos y que juzgaba por igual a adultos que a menores y que esto muy poco beneficiaria a la revolución.

Inútil, a más compasión que se le pedía al Che, con más crueldad respondía.

En la vista se decidiría.

Fui a la vista de apelaciones, el Che sabía por qué estaba allí. La vista apenas duró media hora… ratificada la sentencia, sería fusilado aquella misma noche.

Cuando terminó me vio en la puerta saliendo con su comitiva, me dio un saludo y salió.

En su camino a la Comandancia… una mujer corrió al frente de ellos y se postró en el suelo delante de todos ellos. Alguien le dijo:

- Es la madre de Ariel Lima…

Le dijo con cinismo:

- Le recomiendo que hable con el Padre Javier Arsuaga, es un maestro consolando.

Me miró y en tono burlón me dijo:

- Es suya.

Le ayudé a levantarse del suelo y le aconsejé que se retirara a su casa le dije:

- Señora trate de superar su tragedia y de seguir viviendo sin su hijo, encomiéndese a Dios.

Nunca más vi a esa mujer…

Esa noche odié al Che.

Dr. Guillermo Toledo: Padre que nos puede decir de Ariel Lima.

Don Javier Arsuaga: Ariel Lima era un muchacho revolucionario, lleno de sueños, luchó contra Batista.

Los de Batista, lo torturaron para que hablara… nunca lo hizo, hasta que un día… esto... el me lo contó de sus propios labio, le dijeron: - Tú vas a hablar…

Le llevaron a su madre y delante de el, la comenzaron a desnudar y le dijeron: - Tú sabes lo que vamos a hacer con ella…

Cuando el muchacho vio efectivamente lo que estaban haciendo, el muchacho habló y naturalmente dijo que querían que dijera.

Naturalmente nunca salió del cuartel y cuando triunfa la revolución nunca más salió del cuartel, porque había traicionado a sus compañeros y entonces de ahí, lo enviaron a la Cabaña.

No era ni de uno ni de otros, estaba solo, no tenia amigos, era una tristísima figura y estaba tan enajenado... que no se daba cuenta que lo estaban fusilando.

Dr. Guillermo Toledo: Nos queda un testimonio del caso del Capitán del ejercito de Batista José Castaño, un hombre muy culto, que hablaba 5 idiomas, usted atendió José Castaño, el no tenía las manos embarradas de sangre, no cometió ningún hecho de sangre, solo que José Castaño, era un hombre que conocía todos los vericuetos del comunismo en América Latina, estaba a cargo del Buró de Represión de actividades comunistas, tenia información y documentos de esa actividad en diferentes partes del mundo y eso no se lo perdonaron.

La mayoría de los testigos del juicio eran militantes comunistas, acusándolo de cosas que realmente no cometió, no le probaron ningún hecho de sangre, tengo entendido que solo una señora lo acusó de haberla violado, era una total mentira, esa misma señora después testifico en otro juicio contra el artista famoso en aquella época, Manolo Fernández y también dijo mentira.

Lic. Pino: Un comentario, este Señor José Castaño, tenía información con relación a los miembros del partido comunista en Cuba e incluso de organizaciones izquierdistas, información que logro sacarla de Cuba antes que la tiranía de Fidel Castro ocupara el poder y eso fue lo que provocó el fusilamiento.

Don Javier Arsuaga: José Castaño era un hombre muy culto, muy versátil, creía en cuestiones esotéricas, creía en la magia negra, en la magia blanca, era un hombre muy interesante en su conversación, pero no tenía fe cristiana.

Entonces era muy respetuoso en su conversación y desde que cayó en la galera de la muerte me dijo:

- Se que se reza aquí y demás, yo no me opongo a nada, pero le voy a pedir un favor, no se meta conmigo ni mi fe, déjeme tranquilo.

Entonces le llevé a un amigo mío, Profesor de Filosofía y estuvieron toda una tarde conversando.

Cuando llegó la hora del juicio, desde luego lo condenaron a muerte y en el juicio de apelación el Che Guevara decidió que le fusilaran aquella misma noche.

Esa misma noche, cuando yo le iba a informar a José Castaño de que sería fusilado, se me acerca Duque Estrada y me dice:

- Padre acompáñeme tenemos que ir a ver Fidel Castro para que pare esta ejecución.

Nunca me dijo por qué quería hacer eso, un abogado me dijo que al parecer habría un canje de prisioneros con Estados Unidos… cosa que nunca creí.

Fuimos a ver a Fidel Castro, estaba dando uno de sus interminables discursos y nos pusimos a un lado y en un intervalo del discurso nos acercamos y le dijo lo que pedía y Fidel Castro cuando esta en trance de sus discursos no oye a nadie se oye así mismo y dijo: - Esta bien, esta bien.

Yo fui a la Cabaña y le dije a José Castaño: - Fidel Castro ha dicho esto, al parecer el dueño de la vida, te regala un día más de vida.

Cuando terminó el discurso de Fidel Castro a eso de las 3 de la mañana, vinieron a buscarme pregunté ¿que decidió el Che?… dijo que lo fusilaran.

El Che Guevara había ordenado que nadie fuera fusilado sin que yo estuviera presente, al parecer se había corrido la voz de que yo los hipnotizaba, de que yo los llevaba hipnotizado y que por eso todo era mas fácil, cosa que no era verdad y esa noche José Castaño estaba en el Paredón solo y a un lado, los del pelotón fumando y conversando.

Llegué yo y me dije: - Que le voy yo a decir a este hombre, que le he sembrado esperanzas.

Me acerqué a el y el me dijo:

- No se preocupe Padre, yo sé como son, yo los conozco bien… ¿es allí donde se fusila verdad?

Le dije que si: - en el poste aquel.

Poste a propósito en el que nadie se tuvo que atar de los 55 fusilamientos que yo asistí.

Me dice: - Pues vamos para allá.

Y cuando estábamos en la despedida yo me acordé que el me dijo, no me hable de fe ni de Cristo ni de Dios.

Me dice:

- Padre, quiero pedirle un favor, usted sabe que yo no tengo fe, pero sé que voy a morir y no sé que hay del otro lado, Padre por favor… ¿podía prestarme su fe para morir?

Me quedé seco. Rezamos un Padre nuestro, beso el Cristo, me separé y con los ojos muy abiertos, muy abiertos mirando a Cristo, escuchó las voces de mando y cayó al piso.

Lic. Enrique: Padre usted que participó en todos estos eventos tan dolorosos, estas personas que formaban el pelotón era los mismos o se rotaban, ¿cuántos eran?

Don Javier Arsuaga: Eran 6 y se rotaban, eran miembros de la tropa de Ernesto Che Guevara, guajiros de la Sierra Maestra.

Lic. Enrique: Yo quisiera preguntarle al Doctor Cotto, Doctor en Psiquiatría, solamente por tener una breve idea ¿qué le pasa por la mente a esas personas que hicieron eso? ¿qué les pasa por la mente? que tienen que llevar dentro, toda la vida, esa experiencia.

Doctor Cotto: Bueno lo que sucede es que la dinámica o la psico-dinámica que se aplican los que aprietan el gatillo, es el simple hecho que están cumpliendo ordenes, para ellos es una orden que le da un superior, son guajiros actuando como soldados de la revolución, en realidad ellos no cargan conciencia de culpa.

Alfredo Melero: Es verdad lo que dice el Doctor, porque familiares míos que estaban preso en Boniato me lo decían a mi, especialmente uno que fue Capitán del Ejercito Rebelde en la Sierra Maestra, el Capitán Fido Avalo, que estuvo preso por 12 años en Boniato, estuvo enfermo en el Hospital que estaba afuera de la prisión, pero muy cerca de donde estaba el pelotón que fusilaba… y el me contó a mi que:

... cuando no había fusilamiento parecía que se enfermaban y cuando había fusilamiento empezaban a tocar música sacra para todo el presidio para atormentar a todos los presos y que entonces se alegraban.

Una llamada de la audiencia: Muy buenas noche, quisiera felicitarlo por este programa tan interesante, le habla Adelaida Mercado, en esas mismas circunstancia murió un familiar mío, la madre llegó a la Cabaña porque le dijeron que fusilarían esa mañana y cuando llegó, ya personalmente el Che Guevara lo había ejecutado.

Una llamada de la audiencia: Les habla, Días Rivera, quisiera preguntarle al Padre si a el lo obligaban a hacer esa labor, si el no tuvo la oportunidad de comunicarle al Vaticano el desastre que se estaba haciendo en Cuba.

Don Javier Arsuaga: Yo podía hablar de lo que sucedía allá… pero estaba muy lejos de mi alcance, ni se me ocurrió, no pensé que podía evitar lo que estaba sucediendo.

Una llamada de la audiencia: ¿Ha sabido algo de Duque Estrada? Duque Estrada, mi familia lo conocía muy bien y no sabíamos hasta hace un año de que el, había sido participe de esos crímenes que se están contando.

Don Javier Arsuaga: No supe nunca más de ninguno, incluso me hubiera gustado mantener relación con los familiares de los fusilados, pero no me dio tiempo al salir de Cuba.

Una llamada de la audiencia: Padre una pregunta ¿en algún momento usted pidió que lo sacaran de allí y pusieran a otro Sacerdote?

Don Javier Arsuaga: Pensé hacerlo bastantes veces, lo hice una vez, me contestaron que lo estaba haciendo muy bien y que no me preocupara… así que no tuvo resultado mi pedido.

Una llamada de la audiencia: Le habla la Señora Martinez, quisiera darle las gracias al Padre Javier Arsuaga, por su relato y por haber asistido a los condenados a muertes, asesinados por ese Tirano sinvergüenza.

Le quiero decir a los amigos que están escuchando este programa, que además del Semanario elveraz.com, existe otro sitio que se llama secretosdecuba.com donde verán la lista inmensa de fusilados por el régimen de Fidel Castro.

Una llamada de la audiencia: Quisiera preguntar sobre el titulo del libro del Sacerdote y que nos dijera cuantos personas se fusilaron.

Dr. Guillermo Toledo: El titulo es: Cuba 1959: La Galera de muerte. El Padre asistió a 55 personas, el estuvo de enero a mayo de 1959, después de eso en la Cabaña se siguió fusilando, hay una lista de fusilados que esta en el libro del Doctor Armando Lago, que esta próximo a salir, que la tengo aquí frente de mi, tengo una lista aquí de 141 personas, pero dice aquí en el reporte al final que hay 15 mas fusilado según el NY Times.

Lic. Pino: Yo tengo aquí la información que me acaba de confirmar el Doctor Armando Lago y la señora Cañizares y los oyentes pueden verificarlo en el sitio cubaarchive.org, fueron 164 en la Cabaña directamente con la firma de Ernesto Che Guevara, 6 fueron fusilados después que ya Ernesto Che Guevara no estuviera en la Cabaña, pero que la ejecución tenia su firma, 23 adicionales en Santa Clara, 14 en la Sierra Maestra, para un total de 216 fusilados.

Hay 15 adicionales que el NY Times reporto, pero que no han dado los nombres. Todos estos datos de cubaarchivo.org por lo menos tienen dos fuentes diferente e independiente de verificación.

En adición a esto quisiera agregar, que el actual jefe de estado en Cuba, Raúl Castro, firmó la ejecución de 551, osea mandados a fusilar por Raúl Castro. Osea 216 de Ernesto Che Guevara y 551 de Raúl Castro.

Ing. Abascal: Quisiera comentarle a los oyentes que nos escuchan, que ese mismo Ernesto Che Guevara, que se hacia el duro en la Cabaña, se portó como un verdadero cobarde, cuando lo cogieron en Bolivia, gritando para que no lo mataran:

Yo les valgo a ustedes más vivo que muerto.

Una llamada de la audiencia: Ese Ernesto Che Guevara no vale ni la camiseta que se ponen los títeres por ahí.

Dr. Guillermo Toledo: Padre Javier Arsuaga antes que termine el programa usted desea agregar algo.

Don Javier Arsuaga: Si, quiero decir dos cositas nada más.

Me han preguntado muchas veces, por que escribí este libro después da mas de 4 décadas.

Yo lo hubiera escrito antes, pero tenia muchos problemas íntimos que se me hacia muy difícil ponerlo por escrito, de manera que el año pasado, cuando me entrevisto Álvaro Vargas Llosa y con la entrevista mi nombre salio a toda América Latina, un articulo en el que se me nombraba, no sucedió nada y entonces me decidí a escribir.

En realidad el que escribe el Prólogo en mi libro, mi amigo, Andrés Calendario, hace una lectura del libro distinta al que yo había hecho, el dice, este libro tiene un valor especial porque ya desde la primavera de 1959, este hombre viene hablando de esto, que la revolución cubana se estaba levantado desde unos cimientos de odios y de sangre.

El libro si puede servir para algo, eso lo tienen que decidir los lectores, puede servir en primer lugar:

Como desmitificador de los mitos de la llamada revolución, dentro y fuera de Cuba y en segundo lugar...

La gran lección… ¿Y qué ganó la revolución? ¿Y qué gana nadie matando?¿para reparar qué? ¿Qué se gana con la muerte? ¿Volveremos a lo mismo? ¿Seguiremos matando?

Dr. Guillermo Toledo: Nunca más.

Padre, una pregunta más, quisiera preguntarle su opinión con relación a Ernesto Che Guevara.

Don Javier Arsuaga: Bueno, debería contestarte, paz a los muertos, pero como es una figura pública, tuve con el una relación en la que conmigo, personalmente, no se porto mal en el sentido que me facilitó atender a los prisioneros.

Nunca disimuló su crueldad, se presentó ante mi como lo que era, una persona entregada a su utopía, la revolución le pedía matar, mataba, le pedía mentir, mentía. Ese era el Che, un hombre entregado a una idea, para mi disparatada.



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